Lesión
renal aguda / Necrosis tubular aguda
Es una entidad clínico-patológica que denota lesión
tubular y se manifiesta clínicamente como una disminución aguda de la función
renal, principalmente como insuficiencia renal aguda y oliguria. Entre las
causas se destacan las isquémicas, lesión tóxica directa, nefritis
túbulointersticial aguda (por fármacos) u obstrucciones en las vías urinarias.
Estas causas pueden coexistir. Estas lesiones representan el 50% de los casos
de insuficiencia renal aguda y son reversibles.
Patogenia:
-Lesión de
la célula tubular: Estas células son sensibles a la isquemia y los tóxicos
circulantes. Estas noxas inician los mecanismos de lesión celular, que se
manifiestan como alteraciones morfológicas y funcionales que finalmente
conducen a la muerte celular. La pérdida de la polaridad altera los gradientes
iónicos, y de producirse la muerte celular, la respuesta inflamatoria puede
incrementar el daño en la zona. Las células descamadas obstruyen la luz tubular
y pueden repercutir de forma anterógrada hasta en la filtración glomerular. El
contenido tubular liberado al intersticio contribuye a lesionar otros túbulos.
-Trastornos
del flujo sanguíneo: La vasoconstricción intrarrenal reduce el flujo glomerular
(y en consecuencia el filtrado) y la perfusión de la neurona. Las lesiones
endoteliales aumentan la secreción de endotelina y disminuyen la de NO y PGI2,
disminuyendo el aporte de sangre.
Morfología:
En la
lesión isquémica hay necrosis epitelial tubular focal (parches). Hay cilindros
hialinos eosinófilos y granulares pigmentados, compuestos por la proteína de
Tamm-Horsfall. El intersticio está edematizado y se acumulan linfocitos en los
vasos rectos. Se ven signos de regeneración epitelial. En la lesión tóxica, la
necrosis se da en toda la longitud del TCP y TRP. Si bien el daño celular es
inespecífico, pueden reflejar alguna peculiaridad propia del agente tóxico.
Evolución clínica:
- Inicio:
las 36hs siguientes al evento desencadenante de la lesión. Descenso de la
diuresis con aumento del nitrógeno ureico en sangre
-
Mantenimiento: diuresis de 40-400ml/día, sobrecarga de NaCl y agua, aumento del
nitrógeno ureico en sangre, hiperpotasemia y acidosis metabólica.
-
Recuperación: incremento lento de la diuresis, con pérdida de electrolitos. La
hipopotasemia puede llegar a ser un problema clínico. Finalmente se normalizan
los elementos alterados en la fase de mantenimiento.
Existe una variante no oligúrica, que se da hasta en
el 50% de los pacientes, debida principalmente a toxinas.
Nefritis
túbulointersticial
Son alteraciones morfológicas y funcionales que
afectan a dichos componentes del riñón. Pueden ser primarias o secundarias a
otras patologías. En los estadíos iniciales no hay lesión glomerular, lo que
destaca son consecuencias del deterioro funcional del túbulo como hipostenuria,
poliuria, nicturia, pérdida de electrolitos, acidosis metabólica (por
disminución de la secreción de ácidos) y otros cambios en la
absorción/secreción tubular.
Pielonefritis aguda
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Pielonefritis crónica
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Inflamación supurativa aguda
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Inflamación crónica y cicatrización renal
concomitante.
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Infección bacteriana o viral
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Por reflujo vesicoureteral aséptico (casos
graves) o con microorganismos. Crónica obstructiva.
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Inflamación supurativa, con infiltrado PMN
y necrosis tubular. Puede abscedarse. Sigue la neurona afectada. En casos
graves puede afectar los glomérulos.
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Cicatrices corticomedulares con cálices
dilatados, cortados o deformados. Tiroidización: atrofia tubular, el epitelio
se aplana y se acumula coloide. Inflamación intersticial crónica y fibrosis.
En estados avanzados hay gloméruloesclerosis focal y segmentaria.
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Puede complicarse con necrosis coagulativa
papilar, pionefrosis o absceso perinéfrico
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En la reinfección puede haber infiltrado
PMN.
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Las lesiones curan por cicatrización con
atrofia tubular, fibrosis del intersticio e infiltrado linfocitario. Esta
cicatriz se asocia a inflamación, cicatriz y deformación del cáliz y pelvis
subyacentes.
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Las lesiones se cicatrizan y deforman el
riñón tanto micro como macroscópicamente. Hay deformidad de los cálices con
aplanamiento de las papilas.
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Factores predisponentes:
-
Obstrucción de las vías
urinarias
-
Instrumentación
-
Reflujo vesicoureteral
-
Embarazo
-
Lesiones renales previas
-
Diabetes
-
Compromiso inmune
-
Sexo y edad: mujeres hasta los
40 años, luego el riesgo es igual en ambos sexos pasada esa edad
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Factores predisponentes:
-
Reflujo vesicoureteral de
cualquier etiología, principalmente malformaciones congénitas.
-
Obstrucción crónica de las
vías urinarias de cualquier causa.
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Evidencias sistémicas de infección, dolor
en el punto costovertebral, puñopercusión positiva, disuria (polaquiuria y
tenesmo). Piuria. Cilindros de pus indican afectación renal. Cuando hay necrosis
papilar se desarrolla insuficiencia renal aguda.
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Cuadros clínicos de pielonefritis agudas
recurrentes. En los casos de reflujo puede ser de inicio silente. La pérdida
de función tubular lleva a poliuria y nicturia. Los pacientes consultan por
una insuficiencia renal incipiente o hipertensión. Cuando se establece la
gloméruloesclerosis focal y segmentaria la proteinuria puede alcanzar rango
nefrótico. Estos pacientes desarrollan IR crónica y terminal.
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Nefritis
aguda intersticial medicamentosa
Es una lesión de origen inmune que se da con la
ingesta de fármacos, como meticilina, tiacidas, AINE o alopurinol. Según el
fármaco puede deberse a un mecanismo de hipersensiblidad tipo I (IgE) o tipo IV
(LT). Se cree que los fármacos son haptenos que al unirse a las células
tubulares adquieren características inmunógenas y al activar el sistema inmune es
cuando se produce el daño a estas células. Se manifiesta con fiebre,
eosinofilia, exantema, hematuria, proteinuria y leucocitaria. En el 50% de los
casos, hay aumento de la creatinina sérica o IRA con oliguria. Algunos fármacos
pueden producir granulomas no necrosantes. No siempre puede identificarse el
fármaco agresor, pero su retirada produce recuperación notable del paciente.
Nefropatía
por analgésicos
Ocurre cuando los pacientes ingieren cantidades
excesivas de mezclas de analgésicos, en especial aquellas que contienen
fenacetina, y produce necrosis papilar y posteriormente nefritis túbulointersticial
crónica por alteración del flujo urinario. El mecanismo lesivo depende de la
droga, ya que el paracetamol y la fenacetina producen radicales libres,
mientras que los AINES producen isquemia al inhibir la síntesis de
prostaglandinas. El primer signo es la hipostenuria debida al daño tubular, que
se exterioriza como poliuria y nicturia. La acidosis metabólica predispone a la
formación de cálculos. A veces se excretan las papilas necróticas junto con
hematuria microscópica y dolor cólico renal. Si bien esta condición puede
evolucionar a IRC, la función renal puede mejorar si retiran los fármacos
agresores. Un pequeño porcentaje de pacientes puede desarrollar carcinoma
papilar de células transicionales de la pelvis renal.
Otras
nefropatías
Por
AINEs:
- Insuficiencia renal aguda por cambios
hemodinámicos por inhibición de la síntesis de prostaglandinas vasodilatadores
- Nefritis intersticial aguda por hipersensibilidad
- Nefritis intersticial aguda y enfermedad de
cambios mínimos, por acción combinada de hipersensibilidad y citoquinas
inflamatorias
- Nefropatía membranosa
Por
uratos:
- Nefropatía
aguda: formación de cristales de urato en los túbulos, que obstruyen la nefrona
y producen IRA.
-
Nefropatía gotosa (crónica): hiperuricemia prolongada. Depósito de cristales de
urato monosódico, que forman tofos al inducir una respuesta de cuerpo extraño
con células gigantes multinucleadas, células mononucleares y fibrosis. La
obstrucción del túbulo produce atrofia y cicatrización.
-
Nefrolitiasis
Nefrocalcinosis: Se da
en casos de hipercalcemia. Se forman cálculos y depósitos de calcio dentro del
riñón, que terminan provocando enfermedad túbulointersticial crónica e
insuficiencia renal. La enfermedad se manifiesta por signos y síntomas del daño
tubular. Ocurre una afección similar en el caso de los fosfatos.
Riñón del mieloma: Cuadro
de insuficiencia renal asociado al mieloma múltiple, que a veces es la
manifestación dominante. La proteinuria de Bence-Jones (70% de los casos)
provoca IR por lesión tóxica directa o por cilindros obstructivos al combinarse
con la proteína de Tamm-Horsfall. Otras formas son amiloidosis, depósito en la MBG o en los túbulos (forma no
fibrilar) o el daño por hipercalcemia e hiperuricemia; en estos casos hay
proteinuria pero no son cadenas ligeras.
Vasculopatías
Los
vasos renales pueden sufrir las mismas alteraciones que los vasos del resto del
organismo, y son afectados secundariamente en casi todas las nefropatías.
Tumores renales
Benignos:
- Adenoma
papilar renal: La forma papilar es la más frecuente, y se originan principalmente
del epitelio tubular. Dentro de la corteza, formado por estructuras complejas
ramificadas papilomatosas. Las células son cúbicas, núcleos regulares,
citoplasma escaso y sin atipía. Se considera que son todos potencialmente
malignos.
- Angiomiolipoma:
Se da en un 25% de los pacientes con esclerosis tuberosa. El tumor se compone
de vasos, músculo liso y tejido adiposo. Su importancia radica en la tendencia
a la hemorragia espontánea.
- Oncocitoma:
Representa el 5-15% de las neoplasias. Se originan de las células intercalares
de los tubos colectores. Son grandes células eosinófilos con pequeños núcleos,
con numerosas mitocondrias. Pueden alcanzar un tamaño considerable.
Malignos
>Carcinoma de células renales o Hipernefroma
Llamado
también adenocarcinoma, dado que se desarrolla a partir del epitelio tubular.
Se los conoce además como “incidentalomas”, porque suelen descubrirse en
ecografías de rutina en personas mayores (60 años en adelante). Los factores de
riesgo para este cáncer son el tabaquismo, la obesidad, la hipertensión, el
tratamiento estrogénico y la exposición a asbestos, petróleo y metales pesados.
Las
variantes familiares incluyen el asociado al Síndrome de Von Hippel-Lindau,
hereditario y el carcinoma papilar hereditario (mutación protooncogén MET)
Existen
4 tipos:
- Carcinoma de células claras: 70-80% de los
casos. 98% de estos tumores muestran mutaciones heredadas o adquiridas del gen
VHL, que regula negativamente a HIF-1, que regula al alza muchos factores que
inducen proliferación celular y angiogénesis. El patrón de crecimiento es
sólido, trabecular o tubular; las células son redondeadas con abundante
citoplasma claro y con escasa atipía.
- Carcinoma papilar: 10-15% de los casos. Hay
una alteración en el cromosoma 7 que afecta al protooncogén MET, que es un
receptor TyrK. Están asociados a enfermedad quística por diálisis crónica. Las
células son cúbicas y forman papilas, hay células espumosas intersticiales y
cuerpos de psamoma. El estroma es escaso.
- Carcinoma renal cromófobo: 5% de los casos.
Hay pérdidas cromosómicas e hipoploidía. Derivan de las células intercalares de
los tubos colectores. Similar al oncocitoma. Las células son eosinófilas, con
un halo perinuclear.
- Carcinoma del conducto colector: 1% de los
casos. Se origina de células del conducto colector medular. Hay pérdidas y
deleciones cromosómicas. Las células forman nidos y canales irregulares
recubiertos por un epitelio atípico en patrón de tachuela. El estroma es
prominente y fibroso.
Normalmente
se acompañan de zonas extensas de necrosis isquémica.
Clínica: Los tumores tienen una tríada clinica compuesta por hematuria
microscópica intermitente, dolor costovertebral y masa palpable, acompañado por
síntomas constitucionales. Produce varios síndromes paraneoplásicos, como
policitemia, hipercalcemia, hipertensión, Cushing, eosinofilia, amiloidosis,
reacción leucemoide, feminización/masculinización. Estos tumores tienden a
metastatizar antes de dar síntomas, preferentemente a pulmones y huesos. Suelen
invadir la vena renal formando cordones, que pueden extenderse por la vena cava
inferior y alcanzar el corazón derecho.
>Carcinoma urotelial de la pelvis renal
Representan
el 5-10% de los tumores renales primarios. Van desde un papiloma benignos hasta
el carcinoma urotelial invasivo. Tienen pocas manifestaciones clínicas,
principalmente hematuria al fragmentarse. Cuando estos trozos bloquean las vías
urinarias producen dolor cólico e hidronefrosis. En el 50% de los casos, existe
otro foco tumoral concomitante o preexistente en la vejiga, y al momento del diagnóstico,
es posible que el estroma esté infiltrado, lo que reduce enormemente la
supervivencia del paciente.
>Tumor de Wilms
Es el
tumor primario más frecuente de la infancia, se da entre los 2 y 5 años de
edad. En el 10% de los casos es bilateral, sincrónico o metacrónico. Se
presenta en cuatro situaciones de alteraciones génicas.
-
Síndrome WAGR: Compuesto por Tumor de Wilms, aniridia, malformaciones
génitourinarias y retraso mental. Hay deleción congénita del cromosoma 11p13,
que tiene el gen WT1 y PAX6. Al mutar el segundo alelo de WT1, se produce el
tumor.
-
Síndrome Denys-Drash: Compuesto por disgenesia gonadal y nefropatía precoz con
esclerosis mesangial difusa. Está mutado el gen WT1, afectando su capacidad de
unirse al ADN.
-
Síndrome de Beckwith-Wiedeman: Compuesto por organomegalia, macroglosia,
hemihipertrofia, onfalocele y citomegalia suprarrenal. Se debe a alteraciones
en la región 11p15.5 o WT2, que lleva a la sobreexpresión del alelo materno
IGF2, un factor de crecimiento embrionario. Se encuentran también mutaciones
del gen p57, regulador del ciclo celular.
-
Sistema APC/β-catenina: Mutaciones con ganancia de función en el gen β-catenina
que activa la vía WNT. Suele coexistir con mutaciones de WT1, con un efecto
sinérgico en la génesis tumoral.
Se ha
identificado como lesión preneoplásica a los restos nefrógenos, que suelen
estar adyacenten a zonas con tumor de Wilms. Comparten las mismas mutaciones y
son masas similares al tumor de Wilms o restos esclerosados de riñón inmaduro.
La existencia de este tejido representa riesgo aumentado de desarrollar tumor
de Wilms en el riñón contralateral.
Respecto
a la morfología, el tumor es una masa grande, delimitada y única (90% de los
casos). Se reconocen los estadios de la nefrogenia. Hay una combinación de tres
componentes: blastematoso (sábanas de células azules), epitelial (túbulos y
glomérulos abortivos) y estromal (fibrocítico o mixoide). El 5% de los tumores
muestra una anaplasia marcada con mutaciones de p53, lo que empeora el
pronóstico.
Se
manifiesta clínicamente por hematuria, dolor abdominal, obstrucción intestinal
e hipertensión. Al momento del diagnóstico suele encontrarse metástasis
pulmonar. Los pacientes que sobreviven al tumor tienen riesgo aumentado de
sufrir otros tumores, debido a la mutación germinal o al tratamiento
antineoplásico.
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